Las personas que no tienen un conocimiento financiero básico pueden tomar decisiones que contravienen sus intereses a largo plazo, como puede ser la compra de bienes o el ahorro en fondos de retiro.
La afirmación con la que abrimos este artículo, que puede parecer evidente, cobra un matiz preocupante si analizamos los niveles de educación financiera en América Latina, donde, de acuerdo con los resultados de las encuestas de capacidades financieras de CAF realizada en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú, menos de la mitad de la población conoce conceptos financieros básicos como tasa de interés simple y compuesta, el valor del dinero en el tiempo y la relación entre riesgo y rentabilidad.
La educación financiera contribuye al bienestar general de la economía y suaviza el funcionamiento de los mercados financieros, ya que las buenas decisiones financieras de los ciudadanos reducen las posibilidades de que se desencadene una crisis y favorecen la estabilidad del sistema.
Al contrario, las malas decisiones financieras tienen efectos negativos sobre la economía, como bajas tasas de ahorro y de formación de capital, bajos niveles de ahorro para la pensión y un mayor índice de inequidad en la distribución del ingreso.
Si analizamos las diferencias de género en materia de educación financiera, observamos que existen importantes brechas a nivel internacional, que persisten aún después de tomar en cuenta el estado civil, la educación, el nivel de ingreso y otras características socioeconómicas.
Estos resultados tienen implicaciones importantes, por cuanto las mujeres tienden a vivir más que los hombres y a interrumpir sus carreras profesionales por la maternidad, lo que conduce a que tengan necesidades de ahorro diferentes.
En general, las encuestas de capacidades financieras realizadas por CAF en varios países de América Latina dan cuenta de que no solo es menos probable que las mujeres respondan correctamente a preguntas sobre conocimientos financieros básicos, sino que es más probable que respondan que no saben las respuestas a preguntas de educación financiera básica.
Así las cosas, las brechas de género en educación financiera están relacionadas tanto con un menor nivel de conocimientos financieros, como con una menor confianza por parte de las mujeres. Un experimento realizado en Holanda muestra que las mujeres saben menos de temas financieros que los hombres, pero saben más de lo que creen que saben.
Por esta razón es crucial que los programas de educación financiera se enfoquen en aumentar la autoconfianza de las mujeres y que, a nivel de la política pública, se incorpore el enfoque de género en las estrategias nacionales de educación financiera de los distintos países de América Latina que están adelantando esfuerzos de coordinación y cooperación entre los sectores público y privado.
Estos son algunos de los puntos que deberíamos considerar para abordar políticas públicas de educación financiera de las mujeres:
Las mujeres son menos seguras que los hombres respecto a sus conocimientos y habilidades, lo que se refleja en menos confianza en asuntos financieros y más aversión al riesgo.
• Las mujeres y los hombres tienen diferentes estrategias para hacer frente a las situaciones extremas. Por ejemplo, en un contexto en el que los ingresos no son suficientes para cubrir los costos de vida, las mujeres tienden a recortar los gastos, mientras que los hombres prefieren encontrar maneras de ganar dinero extra.
• Las mujeres tienden a ahorrar menos y, por lo tanto, a acumular menos riqueza, en un contexto donde típicamente su posición dentro del mercado laboral es más débil.
• Las mujeres tienen menores probabilidades de ahorrar activamente a través de productos financieros formales.
• Las mujeres son más propensas que los hombres a ahorrar dinero en efectivo en su casa o en clubes informales de ahorro, también son menos propensas a invertir en activos riesgosos y con mayores rendimientos.
• Las mujeres muestran más dificultades que los hombres para elegir adecuadamente los productos financieros.
Estas razones evidencian la necesidad de desarrollar productos financieros que puedan funcionar de vehículo para transmitir algunos de los conocimientos críticos para mejorar las decisiones financieras de las mujeres.
Por otra parte, como muestra la evidencia, las mujeres que se involucran de forma activa en la planificación y manejo de los recursos del hogar, revelan tener mejores actitudes y conductas financieras. Este segmento de mujeres tiene menos aversión al riesgo, manifiesta vigilar personalmente sus finanzas y es más propenso a planificar en función a metas financieras de largo plazo.
Un estudio reciente de Fundación Capital y la Universidad del Pacífico realizado en Colombia a través de dos versiones de Lista, una aplicación de educación financiera diseñada para tablets que ya cuenta con evidencia rigurosa de impacto, muestra que un mayor nivel de educación financiera por parte de las mujeres aumenta su capacidad de ahorro y disminuye los hábitos financieros perjudiciales, reduciendo el estrés financiero en la pareja y mejorando la relación.
Los resultados anteriormente mencionados tienen importantes implicaciones de política, ya que las mujeres que participan en la toma de decisiones financieras de sus hogares pueden desarrollar mejores capacidades financieras, por lo que programas que busquen promover el empoderamiento femenino a través de la inclusión en los procesos productivos pueden tener también réditos favorables sobre las conductas y actitudes que asuman las familias para alcanzar mayores niveles de bienestar financiero para toda la sociedad.
Por Diana Mejía
Articulo completo en CAF